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Dos hijos de la postguerra, del Nodo, del mismo hilo de la madeja que alguien llamó el estado del bienestar vinieron a dar en la oficina on line de correos al cabo de cuarenta años.
Dos hijos de la postguerra, del Nodo, del mismo hilo de la madeja que alguien llamó el estado del bienestar vinieron a dar en la oficina on line de correos al cabo de cuarenta años.
Se miraron, se detuvieron en todo el aire que alrededor formaba su aura, y se reconocieron, se vieron vivos, que ya es bastante, se anudaron botones, reabrieron sonrisas, cerraron heridas en plaquetas de palabra, brindaron por los 35 años aprendiendo a seguir viviendo, recorrieron todo ese tiempo en el texto y la emoción y anudaron lazos que ni siquiera estaban sueltos, hermanaron orillas, sacudieron olas de polvo de los textos antiguos, de los recuerdos imborrables, de los dolores viejos, de las palabras dichas.![]()
Y sonrieron, y hablaron y escribieron y pintaron con palabras nuevas y sonidos antiguos, ecos de voluta que ascendieron por sus columnas vertebrales, martilleos rítmicos de finales de versos que se descubrieron adelantados, y ya no escucharon más porque donde había palabras todas se convirtieron en una, una emoción de palabra, un cantar entre las venas y en el aire, una emoción de deseo que llenó ese aire de palabras puras de silencios
llenos.
Y sonrieron, y hablaron y escribieron y pintaron con palabras nuevas y sonidos antiguos, ecos de voluta que ascendieron por sus columnas vertebrales, martilleos rítmicos de finales de versos que se descubrieron adelantados, y ya no escucharon más porque donde había palabras todas se convirtieron en una, una emoción de palabra, un cantar entre las venas y en el aire, una emoción de deseo que llenó ese aire de palabras puras de silencios
Y volvieron a ser uno en la distancia, y tornaron a mezclar su fragancia en el tiempo...
La Vida, sin embargo, que nunca es entera, les entregó la Noche, con sus zapatitos de cristal, y a su orden se sometieron mientras dan las doce... hasta la prueba del zapatito, un zapatito de niebla.
Y en esa espera la Vida les deja gozar de las estrellas, entre palabras, entre emociones y penas... y en esa espera escribieron libros pendientes, quemaron las llamas de agua de sus cuerpos, y movieron cada estructura de su cerebro...
Hoy, en este libro náufrago, los dos que están presentes, a cada lado del hilo comunicando, irrumpen en el mundo para enseñar su isla, su tierra anôtreimage, un lugar donde no llegan las rectas, donde algunos atajos para encontrarla no están señalados para protegerla de otros mundos.
francoise hardy - les mots s'envolent
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Hola, qué bueno que viniste