Óleo de Montse Valdés
De pronto uno comprende, se contempla las manos,
juega con una arruga que apareció en la frente;
cierra un ojo, cierra después el otro y se mira por dentro.
Quiero decir, a veces, que no alcanzan las palabras,
y por más que uno grite, observa en el espejo
las fauces de león encerrado en la jaula...
el silencio lo absorve.
Uno sabe que apenas puede mirar de frente
porque toda la vida le pasa de costado.
Y el camino es muy corto, o tal vez es muy largo,
uno ya ha recorrido el total de la ruta
y le queda otro tanto.
¿Qué hacer con tanto dolor royéndonos por dentro?
Al fin y al cabo uno,
juega con una arruga que apareció en la frente;
cierra un ojo, cierra después el otro y se mira por dentro.
Quiero decir, a veces, que no alcanzan las palabras,
y por más que uno grite, observa en el espejo
las fauces de león encerrado en la jaula...
el silencio lo absorve.
Uno sabe que apenas puede mirar de frente
porque toda la vida le pasa de costado.
Y el camino es muy corto, o tal vez es muy largo,
uno ya ha recorrido el total de la ruta
y le queda otro tanto.
¿Qué hacer con tanto dolor royéndonos por dentro?
Al fin y al cabo uno,
no es más que una palabra a medio pronunciar
en un idioma incierto.
en un idioma incierto.
Rubén Balseiro
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