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Recibir una carta, hoy es un lujo, un privilegio.
Gracias
Antes recibíamos cartas;
llegaban en cuidados pliegues;
nuestro nombre escrito en amorosa letra
con elegantes enlaces de la pluma
entre consonantes y vocales sueltas…
Nos gustaba tocar el papel,
tibia tersura
y atropellar los dedos
con torpeza nacida en la premura
para abrir el sobre del milagro
sostenerlo en la mano temblorosa
las hojas en parte desplegadas
con un gesto expectante y fervoroso,
casi sin leer
y sin leer dichosos
por el sueño cumplido…
Tal vez decía casi nada,
un saludo que por tímido
más que decir, callaba…
Tal vez algún desmayo,
llegaban en cuidados pliegues;
nuestro nombre escrito en amorosa letra
con elegantes enlaces de la pluma
entre consonantes y vocales sueltas…
Nos gustaba tocar el papel,
tibia tersura
y atropellar los dedos
con torpeza nacida en la premura
para abrir el sobre del milagro
sostenerlo en la mano temblorosa
las hojas en parte desplegadas
con un gesto expectante y fervoroso,
casi sin leer
y sin leer dichosos
por el sueño cumplido…
Tal vez decía casi nada,
un saludo que por tímido
más que decir, callaba…
Tal vez algún desmayo,
alguna vacilación o tachadura le ponía a la carta
la posible sospecha de un equívoco
o la tierna dulzura de un regaño,
mero pretexto
que en ese entonces era como decir te amo.
la posible sospecha de un equívoco
o la tierna dulzura de un regaño,
mero pretexto
que en ese entonces era como decir te amo.
Recibíamos cartas
¿lo recuerdan?
¿lo recuerdan?
Horacio Safons
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Hola, qué bueno que viniste